La de Gildardo Montoya es una obra musical marcada por el ingenio y la picardía. Foto: Cortesía Familia Montoya Cruz.
ÁNGEL CASTAÑO GUZMÁN | PUBLICADO EL 24 DE DICIEMBRE DE 2021
Picardía, parranda e ingenio verbal son algunas de las ideas asociadas con la obra del autor de “El Arruinado”.
Gildardo Montoya Ortiz es alumbrado, novenas, pesebres, fin de año. Pocos pies conservan la quietud de la piedra al oír el punteo y las líneas de apertura de El gitano groserón: Ese español malicioso, ay/que canta en el entejao/ como huele de maluco, ay/debe ser que esta cag…, ay.
La suya es una historia con los ingredientes para entrar al parnaso de los mitos pop. Tiene el elemento del hombre hecho por sí mismo. Después de ganar un acordeón en un sorteo rompió el destino decretado a un campesino oriundo de Palermo, corregimiento de un municipio lejano –111 kilómetros hay de Támesis a Medellín–. El ascenso fue meteórico: su trayectoria comenzó a los 20, 21 años. Pasó de ser el pregonero de una plaza de mercado a ocupar el cargo de director artístico de Codiscos.
Y, por supuesto, tiene el rasgo trágico: la muerte lo arrebató en la cresta de la ola. La moto Honda 350 –aparece en la tapa del Lp El cantor picante– no resistió la embestida de la camioneta: una mujer pasó por alto un PARE y segó la carrera de uno de los mejores letristas antioqueños del siglo pasado –si no el mejor–. Montoya murió en la Políclinica de Medellín mientras su parrillero, Darío Valenzuela –el brujo de la consola– pasó un mes en cuidados hospitalarios.
El final de una vida, el inicio de una leyenda. En el folclore colombiano Montoya es una figura del tamaño de Guillermo Buitrago, José Barros, Rafael Escalona. La gloria del artista parece engañar la muerte, al menos posponerla. La obra lo contiene, simula disminuir el efecto corrosivo del reloj. Un engaño confortable, a fin de cuentas.
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Cada año, desde mediados de octubre, mientras en Antioquia y el Eje cafetero la voz del compositor y músico Gildardo Montoya revive y se desborda en cafés, buses, almacenes de ropa, farmacias, discotecas, Silvia Cruz se repliega, hace del hogar un fortín. “Poco me gusta salir en diciembre porque por toda parte lo oigo. A mí diciembre no me gusta ni cinco”, dice, vehemente. Para los demás él encarna la picardía, el genio, los festejos, la pólvora, el aguinaldo. Para ella significa el amor truncado, la viudez temprana, la crianza en solitario de tres niños, la lucha por las regalías, a veces escamoteadas. “Gildardo a mí me marcó”.
Ni para menos: fue su primer y único novio. Lo conoció en 1963, ella vivía en Manrique, él en Aranjuez. La fama de galán lo precedió. Montoya –según la cronología hecha por Fabio Nelson Ortiz– había grabado en Discos Fuentes Aguinaldo al escondido, Los reyes magos, María Victoria y Martica.
Tras un noviazgo de tres años, y a pesar de la promesa-amenaza de ser el novio eterno, pidió la mano de Silvia. Igual al Toño del madroño y las guayabas, Gildardo Montoya se casó. Lo hizo en la parroquia Santo Sepulcro, de Manrique. Con el tiempo, le compuso a la esposa Piel de Luna y Grítalo, interpretado por el ecuatoriano Julio Jaramillo. Siete años duró el matrimonio. “Me daba miedo tanta felicidad. Cada día era mejor. Quince días antes del accidente yo le dije a una amiga: a mí me da miedo tanta felicidad”, rememora doña Silvia, sentada en una poltrona negra. Los paraísos son fugaces.
La silueta Gildardo Montoya es una hilacha para Wilmar y Lina Marcela –dos de sus tres hijos–. Un fragmento tejido por las voces de la madre, los tíos y los colegas del padre muerto a los 37 años. Memorias prestadas.
En la casa de la familia Montoya Cruz –Belén Las Mercedes–, Lina Marcela trae dos recuerdos de los pasadizos del hipocampo: entre carcajadas, las manos paternas la hacen saltar en el colchón de la cama matrimonial. De inmediato, doña Silvia descarta la escena: “Usted estaba muy pequeña cuando él murió”. El segundo recibe el beneplácito materno: el autor de El arruinado la dejaba jugar en el comedor con pollos asados hasta dejarlos hechos puré.
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PUBLICADO EN https://www.elcolombiano.com/cultura/la-historia-de-gildardo-montoya-compositor-de-el-arruinado-PE16217109