Por: Carlos Uribe, curador jefe – Museo de Antioquia
La Cámara de Comercio de Medellín para Antioquia ha jugado un papel esencial en el fomento de la educación y la cultura en la región. La gestión cultural de la entidad se ha fortalecido en las últimas cuatro décadas por la calidad de sus colecciones y exposiciones. Actualmente, con la asesoría curatorial del Museo de Antioquia, damos continuidad a este ciclo virtual de valoración de las obras de la Pinacoteca desde una mirada actual y pertinente con el coleccionismo corporativo. La tercera entrega trae como destacada la pintura De mi casa y la del frente del artista Andrés González, quien hace parte de la generación intermedia de artistas antioqueños.
De mi casa y la del frente (2001), un óleo sobre tela de gran formato, es una obra figurativa que parte de una intencionalidad abstracta. Refiere a las geometrías implícitas en el orden urbano, en los cuadrantes de las aceras, en la longitud de las calles y el asfalto, en los juegos formales de las escalas, zócalos y esquinas entre las viviendas. Es figurativa porque refiere el espacio íntimo en la vivencia de los que habitan en los barrios y se sientan en la esquina, pero de intención abstracta, porque la que media es la mirada del artista, que prioriza los planos, esquemas y coloridad en la geometría del espacio.
Andrés González, es maestro en artes plásticas egresado de la Universidad de Antioquia, hace parte de una generación que comparte con colegas como Fredy Alzate, Margarita Pineda, Alejandro Jaramillo y otros, que están interesados en su búsqueda personal por fenómenos y estéticas urbanas. La misma procedencia de González, habitante de barriadas de la parte alta abajo, como diría el poeta Elí Ramírez, hace más pertinente áun el valor que le da a las arquitecturas urbanas.
La importancia de la obra de Andrés González, que tristemente fue fugaz en su producción y permanencia para el arte de Medellín, recide en el gesto poético sobre la representación de una arquitectura íntima, de la sensibilidad estética sobre los planos, sombras y colores de la arquitectura de las ciudades. Esas composiciones cerradas y acotadas perspectivas, nos sitúan en el olimpo de ciudadanos que le dan valor a la experiencia cotidiana de sus ciudades, más allá de la desvalorzación que traen sus violencias.
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